El hotel está en un entorno de montaña muy tranquilo, en plena naturaleza. Los jardines (muy cuidados) de alrededor cuentan con varias zonas donde relajarse, leer, tomar el sol...también hay varias rutas para hacer a pie desde allí.
El comedor tiene unas vistas espectaculares, aunque no cenamos allí, había gente que subía expresamente. Hay también una de bar, y unas mesas y butacas que disponen de revistas, libros y juegos de mesa.
La habitación no es muy grande pero suficiente, la cama cómoda, la TV muy antigua pero en realidad dudo que mucha gente vaya allí para verla.
Finalmente, el desayuno: se paga a parte (9€), y fue el único punto negativo de la visita. Caro contando lo que entraba: una sola tosta de pan que además estaba seco a más no poder, el tomate no era ni de "sucar", dos piezas de fruta una de ellas mustia (un platano y una nectarina, para dos personas), ningún iogurt... este punto lo deben mejorar mucho.
Finalmente, el wifi no llega a las habitaciones.