Llegas y ves que efectivamente, es un edificio industrial como lo que parece en la foto, adaptado, eso sí. El ascensor no funciona, no es que lo necesitáramos porque seamos minusválidos, pero veníamos de hacer una ruta de 28km, habría estado bien subir los dos pisos en ascensor.
Entras en la habitación y es todo muy bonito, amplio, grandes ventanales, sucios, pero grandes. Hasta que empiezas a probar cosas: La caja fuerte es segura, tanto que no tiene llave para abrirse. La cama es bajita y blandita, tanto que hemos dormido en el somier de tablas. La TV es grande, de unas 32 o 40 pulgadas, pero solo se ve Antena 3, da igual si lo intentas resintonizar. Hay wifi, efectivamente, de señal mínima y con clave que no aparece en ningún lado. La ducha no tiene mampara, así que el agua se sale. El lavabo no tiene tapón. El secador de pelo es del año en que nació mi abuelo.
La chica de recepción es la misma que se encarga de hacer las habitaciones y para los tiempos que corren con esto del coronavirus no lleva ni guantes ni mascarilla.
No tiene nada cerca, a mano para ir andando, así que entiendo que es para empresarios o trabajadores que necesiten un lugar donde dormir y ya.
Para mi no vale los casi 60€ que pagamos por la noche.